El Suicidio de E. Durkheim

El Suicidio de E. Durkheim
De nuestra investigación se desprende un resultado: que no hay suicidio sino
suicidios. Sin duda, el suicidio siempre es el acto de un hombre que prefiere la muerte a
la vida. Pero las causas que lo impulsan no son de la misma naturaleza en todos los casos;
a veces, hasta son las opuestas. Ahora bien, es imposible que la diferencia de las causas
no se refleje en los efectos. (…) Deberíamos agrupar los caracteres de los suicidios
particulares en las clases correspondientes a los tipos que acabamos de distinguir. Así
podríamos seguir la diversidad de las corrientes suicidógenas, desde sus orígenes hasta
sus manifestaciones individuales.

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El tema que trata Durkheim en este texto es la relación existente entre el carácter de los suicidios individuales, el nacimiento de corrientes suicidógenas y la forma de suicidarse. El autor se enfrenta a dos problemas: uno es averiguar si los caracteres de los suicidios individuales influyen en las corrientes suicidógenas y el otro si la naturaleza del suicidio afecta a la forma de suicidarse. Durkheim da respuesta positiva a la primera cuestión utilizando el método deductivo, pero no logra, a partir de los datos disponibles, confirmar la relación entre suicidio y forma de realizarlo.

Emile Durkheim (1858 – 1917) es considerado uno de los padres fundadores de la Sociología y su obra “El Suicidio” (1897), es una de sus obras más importantes. En ella, intenta demostrar que el suicidio, un acto a priori individualista, podría tener una raíz social.

Este fragmento de texto, extraído de la obra, se encuentra en el llamado “Libro segundo” en el capítulo sexto, titulado “Causas sociales y tipos sociales” y el punto denominado “Formas individuales de los diferentes tipos de suicidio”. Después de haber analizado y rechazado diferentes causas psicológicas o biológicas como causantes del suicidio y haber clasificado los diferentes tipos de suicidio, en este capítulo, intenta agrupar los caracteres de los suicidios particulares en los distintos tipos antes descritos, así como descubrir si hay una relación entre el tipo de suicidio y la forma de ejecutarlo.

Del texto podemos extraer dos partes bien diferenciadas:

En la primera, hace referencia a algunas conclusiones que saca el autor después de haber descubierto y clasificado diferentes tipos de suicidios y después de haber descartado las razones individualistas del hecho.

Cuando dice: “que no hay suicidio sino suicidios”, se está refiriendo al hecho de la diversidad causal de los mismos y como se apreciará más adelante, las razones pueden ser incluso opuestas unas de otras.

Durkheim descubre cuatro tipos de suicidios (egoísta, altruista, anómico y fatalista). Estos están relacionados con dos “hechos sociales” bien estudiados por el autor; la integración social y la regulación social. Los suicidios egoístas y altruistas están asociados a la integración (menor y mayor apego a la sociedad respectivamente) y el anómico y fatalista a la regulación (menor y mayor regulación social respectivamente).

Los “hechos sociales” podían ser materiales e inmateriales. Tanto la regulación como la integración son dos hechos sociales inmateriales. Éstos, en cierto grado, se encuentran en la mente de los individuos, pero Durkhemin pensaba que cuando las interacciones de las personas iban ganando complejidad, éstas “obedecerán por sí mismas las leyes”.

La falta de integración social arrastra a los individuos al suicidio egoísta. Éstos sienten que no forman parte del grupo.

Cuando el individuo está integrado socialmente con fuertes lazos, como el caso de los militares, cualquier pequeño fallo puede exagerarse y arrastrar al suicidio altruista.

La falta de regulación social, como en los momentos de crisis económicas, llevan a los individuos al suicidio anómico. Los individuos se ven arrastrados por sus más profundas pasiones, llegando a realizar actos destructivos.

Igualmente, cuando la regulación social es excesiva, como puede ocurrir en la esclavitud, por la reglamentación opresiva, lleva al individuo al suicidio fatalista.

En la segunda parte del texto, Durkheim arguye la posibilidad de descubrir algún elemento sui generis, algún tipo de huella que deja cada suicida de forma individual, para intentar así agrupar los casos y descubrir “corrientes suicidógenas”. Igualmente, pretende discernir si hay alguna relación directa entre la forma de suicidarse y el tipo de suicidio.

Las “corrientes suicidógenas” que buscaba Durkheim están relacionadas con las “corrientes sociales” que había teorizado y ahora quería demostrar. Éstas son un tipo de hecho social no cristalizado que arrastra al individuo, como en las grandes olas de entusiasmo. Una de las críticas que se ha hecho de Durkheim es precisamente sobre este punto de su teoría sociológica. ¿Sostendría el autor la existencia de una mente colectiva?, ¿Pueden los hechos sociales tener vida propia, lejos de los actores individuales? Para Durkheim, los hechos sociales pueden considerarse como conjuntos de significados compartidos por los miembros de la colectividad y como tales no pueden interpretarse en términos de la mente de los individuos, sino a través de sus interacciones. Nuestro autor lo llamaría una “conciencia de conciencias”. La mente colectiva sería una mezcla de mentes individuales que se encuentran en interacción perpetua a través del intercambio de símbolos, se compenetran, se coordinan y sistematizan entre sí.

A la segunda cuestión, la relación entre tipo de suicidio y forma de llevarlo a cabo, llegó a la conclusión, después de analizar cierto número de datos estadísticos, de que no había ninguna relación entre la forma de suicidarse y el tipo de suicidio. Si bien no logró determinar ninguna relación entre los dos elementos, sí observó que había una relación entre la forma de suicidarse y los diferentes pueblos donde se llevan a cabo.

Si bien es difícil criticar a Emile Durkheim por su encomiable labor y su rigurosidad en el campo sociológico tanto teóricamente como empíricamente, esta parte de su estudio sobre el suicidio, refleja algunos elementos de su teoría que bajo mi punto de vista, hace agua.

En primer lugar, lo que llama más la atención, es la pretensión del autor de descubrir “las corrientes sociales suicidógenas”, utilizando estados psicológicos de los individuos, como la melancolía, la apatía, la irritación, etc., justamente los mismos tipos de razones, las cuales, en la primera parte de su estudio, desestima como causas en la producción de suicidios. De hecho, para dar solución al problema, Durkheim aboga por la reforma social, no por la reforma de los individuos.

Durkheim, en su primera aproximación al problema, rechaza factores de carácter psicológico como los psicopáticos, la herencia, la raza, los factores cósmicos e incluso la imitación como las causas últimas de los suicidios.

A veces, en su obra, Durkheim toma una postura ecléctica, incluso dicotómica. No parece claro, por ejemplo, si las pasiones humanas impulsan a la personas, llegando incluso a esclavizarlas o éstas son fruto de las estructuras sociales.

En segundo lugar, después de haber estudiado cientos de datos para sostener su estudio, en esta parte del libro, debido a no disponer de suficientes fuentes, echa mano del método deductivo, incluso se disculpa por ello, “una deducción es siempre sospechosa cuando ninguna experiencia lo comprueba”. Parece claro que Durkheim toma el camino teleológico para dar consistencia a su teoría cuando carece de datos empíricos.

En cualquier caso, el estudio realizado por Durkheim es una gran obra que incluso hoy día, muestra su utilidad.

Hay que tener en cuenta la época en la cual se llevó a cabo. Eran los albores de la Sociología y el esfuerzo teórico y empírico de Durkheim no tenían parangón. La verdad es que la disciplina no podía haber dado de mejor forma, sus primeros pasos.

Relativismo cultural

El concepto de relativismo cultural está asociado a la figura de Franz Boas. Éste es considerado por muchos, el padre de la antropología americana y por otros, solo un eslabón. Lo que si podemos admitir, es que fue el impulsor de su profesionalización desde principios del siglo XX. Boas y sus discípulos han influenciado profundamente en la vida académica e intelectual americana de la entonces incipiente ciencia que era la antropología.

La entrada de Franz Boas en la escena antropológica americana esta asociada a una lucha de poder. Una lucha por los recursos económicos disponibles para desarrollar la profesión y una no menos importante lucha, entre docentes e investigadores. Según Ubaldo Veiga (2010:673), unos, americanos de “pata negra”, WASPs 1 y otros, inmigrantes de origen europeo, como Boas.

Boas se encontró con un ambiente evolucionista bajo el influjo de Morgan. La obra cumbre del evolucionismo era el hombre blanco en su versión anglosajona y él, como europeo de ascendencia judía, evidentemente no iba a estar conforme con esta afirmación.

Este concepto de relativismo cultural no fue un descubrimiento de Boas. Casi 400 años antes Michel de Montaigne, curiosamente descendiente de familia judía conversa de origen español, iba a trasmitir en su escrito “de los caníbales”, un claro aire relativista.

De los caníbales

El capítulo titulado “Caníbales”, incluido en los célebres ensayos de M. de Montaigne (1579), evoca frescura en cada frase. Nos presenta su relato como el descubrimiento del mundo por parte de un niño. Quizás influenciado por su pensamiento humanista y renacentista, Montaigne estaba muy alejado de los relatos propios de su época. Éstos trataban de lugares lejanos y culturas exóticas. Estas historias estaban teñidas de una desbordante fantasía y misterio, como los relatos del libro de viajes de Juan de Mandeville.

Montaigne extrae la información de su relato a través de un informante. Informante que estuvo presente en la expedición de Villegagnon a las costas del Brasil en el siglo XVI. Una parte de la información para la realización de su ensayo, parte de su propia experiencia en Rouan donde entrevistó a tres indios Tupis. Montaigne, descubre un mundo prístino, virgen. Su mentalidad de hombre europeo no deja de asombrarse a la vez que toma un tono comprensivo impropio de su época, donde aquellos indígenas eran simplemente salvajes cuasi-humanos.

Evocando la historia de Pirro a su llegada a Italia y comprobar que los romanos no eran los bárbaros que decían los griegos, Montaigne realiza el mismo ejercicio de apertura mental, formulando de forma inocente, igual que el nuevo mundo que narra, una defensa del relativismo cultural, mucho antes de que lo hiciera Boas a principios del siglo XX.

El extrañamiento de nuestro protagonista es máximo. Se plantea la identidad de este nuevo mundo. Descarta que fuera la Antártida, está demasiado lejos y no puede haber habido unos cambios geológicos tan bruscos que haya enviado tal continente a su posición actual. Describe al primitivo como ser simple, sincero, natural, inocente y puro. Alaba los modos de subsistencia, la salud de hierro de los nativos, la ausencia de calamidades, la abundancia y el clima benigno. Montaigne se adelanta en un par de siglos a la descripción del “buen salvaje ilustrado”.

Partiendo de un desconocimiento inocente más que etnocentrista, describe la religión de los primitivos en términos occidentales, con almas y profetas. La falta de herramientas analíticas del hombre europeo del siglo XVI no daba mucho juego. Hace comparaciones con los europeos de su época, incluso cuando describe un acto tan salvaje como el caníbal. ¿Acaso nosotros no torturamos a los vivos?, ¿no es peor esto que comerse a los muertos? Así mismo compara la moralidad india con la europea, donde no salimos muy bien parados. Los indígenas son descritos con un alto sentido del honor y del valor. Es muy curioso en su relato, observar la imagen en el espejo cuando los Tupis visitan Francia.

Michael de Montaigne no fue el primero en tomar una aptitud diferente a la meramente de superioridad, curiosidad o paternalismo en referencia a “los salvajes”. Con una posición crítica y de rebeldía, Fray Bartolomé de las Casas es el hombre que superó la mera simpatía por los colonizados y transformó la documentación etnográfica en un arma de denuncia. En 1542, en la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», elevada al Rey como informe, pero que en realidad era un llamado a despertar la conciencia de la metrópoli, escribe: «(…) todas las guerras que llamaron conquistas fueron y son injustísimas y de propios tiranos. (…) todo cuanto oro y plata, perlas y otras riquezas que han venido a España (…) es todo robado. (…) si no lo restituyen (…) no podrán salvarse. (…) las gentes naturales de las Indias, tienen derecho adquirido de hacernos guerra justísima y raernos de la faz de la tierra, y este derecho les durará hasta el día del juicio» (Palerm, 1984:271).

Franz Boas

El relativismo que Franz Boas defendió, tuvo en su época un carácter casi político. Boas, se vio envuelto en una lucha de poder. Se tuvo que enfrentar a los evolucionistas, no solo por los recursos económicos, sino por la lucha de ideas. Para Boas, todos los sistemas culturales son esencialmente iguales en cuanto a su valoración; y que las diferencias entre distintas sociedades han surgido como resultado de sus propias condiciones históricas, sociales y/o geográficas. Estas ideas de Boas iban en contra de todas aquellas que defendían la superioridad del hombre blanco como culmen de la historia evolutiva.

La defensa de los boasianos de estos conceptos, les llevó al rechazo 2 de la declaración de los derechos humanos del 48, ya que, según ellos, la declaración estaba teñida de ideas eurocéntricas, no contaban con la diversidad cultural donde cada pueblo veía sus costumbres como las más deseables y que las diferentes culturas tienen sus propias valoraciones y sanciones.

Un problema surge del relativismo cultural defendido por Boas y sus discípulos. ¿Estamos dispuestos a tolerar que se realicen masacres o se permita la esclavitud o la opresión de la mujer?, ¿tendríamos que aceptar el genocidio nazi solo porque surgió de una visión particular del mundo de la cultura alemana de aquel tiempo?, ¿tendríamos que aceptar las masacres de Tutsis por parte de los Hutus en la Ruanda del siglo pasado? Pero hay algo que tanto a los boasianos o Malinowsquianos se les escapaba ¿Cómo podría defenderse el relativismo cultural de pueblos que ya formaban parte de la totalidad, pueblos en interacción desde hacía tiempo con los pueblos vecinos y la cultura occidental? Defender esta postura es como defender que la sociedad neoyorquina de la época de Boas era “sui generis”. Es como estudiar a los pueblos primitivos de la misma forma que hacen los naturalistas estudiando la vida de las hormigas que son ajenas a lo que hacen las abejas que pasan volando por encima del hormiguero. Estas ideas ya las presentó Eric Wolf 3 en su artículo “la cultura, ¿panacea o problema?”. Wolf llega a un punto de su disertación defendiendo la idea de que los pueblos primitivos no son contenedores estancos, estáticos y atemporales, sino que se construyen, deconstruyen y reconstruyen bajo el impacto de múltiples procesos que afectan a varios campos de conexiones culturales y sociales, incluyendo aquí los encuentros y contactos que históricamente han tenido los diferentes pueblos y el impacto mutuo. En su libro “Europa y los Pueblos sin Historia” (1982), Wolf defiende la idea que la antropología no puede desentenderse de la historia, entendiendo por tal, la investigación de las grandes transformaciones estructurales que son el resultado de procesos múltiples interconectados.

Siguiendo la estela reconciliadora, Lévi-Strauss en su texto “Raza e Historia” 4 (1979:406), haciendo honor al universalismo inherente a la corriente estructuralista, nos presenta un planteamiento por un lado universalista y por el otro, de cierto apego al relativismo cultural. Lévi-Strauss lo expone en los siguientes términos: “En líneas generales yo buscaba el medio de reconciliar la noción de progreso y el relativismo cultural. La noción de progreso implica la idea de que ciertas culturas, en unos tiempos y lugares determinados, son superiores a otras, puesto que han producido obras de las que las últimas se han mostrado incapaces. Y el relativismo cultural, que es una de las bases de la reflexión etnológica, al menos en mi generación y en la anterior, afirma que ningún criterio permite juzgar en términos absolutos una cultura superior a otra. Yo traté de desplazar el centro de gravedad del problema. Si en ciertas épocas y en ciertos lugares unas culturas “se mueven” y otras “no se mueven” no es, dije, debido a una superioridad de las primeras, sino debido a que unas circunstancias históricas o geográficas han inducido una colaboración entre culturas no desiguales, sino diferentes”.

Concluyendo

Por un lado, Montaigne no tuvo ni supo utilizar herramientas científicas para el estudio de los nativos brasileños. Boas por el contrario si dispuso de una toda una batería epistemiológica para sus estudios. Como contrapartida, Montaigne, no estuvo cargado de tanta ideología como Boas. El antropólogo de origen alemán por su parte, estuvo inmerso en luchas por el poder académico y financiero que le influenciaron en gran medida a la hora de formular sus teorías, como la defensa del relativismo cultural y la realización de sus estudios. Otra ventaja del francés, fue poder obtener información y poder hablar con los nativos en un estadio mucho más arcaico e “intocado” que lo hizo Boas. A esto podemos añadirle el desmesurado extrañamiento del que hace gala el autor.

La historia ha demostrado que no es permisible que se mire para otro lado en cuestiones como los genocidios y la subyugación de la mujer en aras del relativismo cultural. Los diferentes pueblos que habitan el mundo siempre han estado en contacto con otros desde las épocas más remotas. Este contacto se hizo global a partir de las conquistas europeas y la colonización. Ya no quedan pueblos intactos, de culturas únicas. Ya no tiene sentido el fanatismo en defensa de culturas aisladas.

Aunque particularmente no defiendo este relativismo cultural que está inspirado en culturas “perfectas”, considero indispensable la defensa de una de las divisiones de los sistemas socioculturales que Marvin Harris (1979) llamaría en su libro “Cultural Materialism”, superestructura. Me refiero al misticismo, la religión, el simbolismo, la música, incluso el lenguaje. Todo este compendio puede depararnos grandes sorpresas en investigaciones futuras y sería un grave error perderlas, aunque muchas ya lo han hecho. Lamentablemente, hoy en día, un universalismo convertido en globalización capitalista, aboga por una cultura única. Isidoro Moreno (2000-2003) focaliza una de las herramdiientas más potentes utilizada por los “Think tank” de la globalización, la expansión de una uniformidad cultural representada en una única forma de percibir, categorizar e interpretar el mundo. Para su expansión disponen de toda una batería de medios de comunicación que llevan su doctrina a todos los rincones del planeta: televisión, prensa, radio, cine y más modernamente Internet. Los grandes medios de difusión cultural están en manos de unas pocas corporaciones que solo atienden a un único guión, “The American way of life”. Al mismo tiempo que se produce el vaciamiento cultural de los pueblos. Un desarraigo y un desapego de la cultura nacional para un más fácil control.

1 Siglas de White, AngloSaxon and Protestant.

2 “Statement on Human Rights” (Declaración de los Derechos Humanos) se publicó originalmente en American Anthropologist, n.s. 49: 4 (1947), 539-43.

3 Publicado por primera vez en American Antiquity, 49 (1984): 393-400.

4 De Claude Lévi-Strauss, “Raza e historia”, 1979. En Antropología estructural dos. Mito, Sociedad, Humanidades. México, Siglo XXI Editores. (Original en francés, publicada en la colección La question raciale devant la science moderne. UNESCO, París, 1952).

Bibliografía

Harris, Marvin. (1979). Cultural Materialism: The Struggle for a Science of Culture. Random House, New York.

Martínez Veiga, Ubaldo. (2010). Historia de la Antropología. Formaciones Socioeconómicas y Praxis Antropológicas, Teorías e Ideologías, UNED, Madrid.

Montaigne, Michel de. (2014) [1533-1592]. Ensayos, Galaxia Gutemberg, Barcelona.

Moreno, Isidoro. (2000-2003). Globalización, Mercado, Cultura e Identidad. En Paz Moreno Feliu, Entre las Gracias y el Molino Satánico. UNED, Madrid.

Palerm, Ángel. (1984) [1974]. Historia de la etnología I, Los Precursores. Universidad Iberoamericana, México.

Wolf, Eric. (1982). Europe and the People Without History. University of California Press, Berkeley.

De monstruos ontológicos o cómo gobernar las incertidumbres

En los últimos decenios, se están produciendo grandes avances en el campo de la biotecnología que están transformando los principios éticos de la sociedad. Ante esta emergencia, surgen nuevos temores y esperanzas en el campo de la salud y se asiste al nacimiento de un gran negocio. Al mismo tiempo, nuestros gobernantes intentan disimular los cambios legislativos sobre biotecnología debido a fuerzas transnacionales que los trascienden.

Sheila Jasanoff, en su artículo “En las Democracias del ADN: Incertidumbre ontológica y orden político en tres estados” (2005: 139-155), nos ilustra sobre las formas que tienen algunos estados de enfrentarse a estos temas y cómo los articulan con la ciudadanía. Compara las normativas de RU, Alemania y EE UU en referencia a cuatro dominios: el aborto, la reproducción asistida, las células madre y los alimentos transgénicos1. En este ensayo, se pretende articular el campo de los alimentos transgénicos con relación a una ontología obviada en el citado artículo, la globalización.

La globalización es un fenómeno relativamente reciente que está cambiando el tipo de relaciones que históricamente han tenido ciudadanía y poder. El declive de la autoridad centrada en el estado, con un desplazamiento del poder no sólo hacia grupos globales, sino también hacía organizaciones no gubernamentales de carácter local, regional e internacional está siendo aprovechado por empresas y gobiernos interesados para expandir los OGM. En este sentido, el científico político Samuel Huntington (1996) postula que el poder está cambiando desde los estados hacia amplias civilizaciones internacionales, tales como la occidental, islámica y latinoamericana. Además, el crecimiento de instituciones económicas y políticas regionales – OPEP, Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TTIP – son otras tantas evidencias de la desaparición final del Estado.

La falta de información sobre los OGM por parte de gobiernos e industria alimenticia, ha quebrado la confianza ciudadana. Por un lado, el carácter global implica instituciones “sin rostro”, al margen de los estados y como define A. Giddens (Cruces et al. 2006), “sin puntos de acceso” objetivados en forma de ventanillas, mostradores o despachos y sin opción a recibir información o poder reclamar. Por otro lado, los alimentos transgénicos son percibidos, por buena parte de la población, como “no elegidos” —Los ciudadanos temen estar ingiriéndolos sin conocimiento debido a la falta de información en el etiquetado. Según Cruces et al. (2006), para que se pueda urdir un hilo de confianza entre consumidores y sistemas burocráticos, es necesario que exista posibilidad de elección, que el actor no conozca a ciencia cierta el desenlace de la acción y que este sea importante para él y dependa del comportamiento ajeno.

Siguiendo a Aiwa Ong en su artículo “Mutaciones de la ciudadanía”2 (2006), las características de las relaciones que históricamente han mantenido ciudadanía y poder, están modificándose. Ong nos recuerda que los elementos propios de la ciudadanía (derechos, prestaciones sociales, etc.) están experimentando un proceso de desarticulación entre si y de rearticulación según los criterios universalistas del neoliberalismo y los derechos humanos. Esta afirmación nos inspira para formular la idea de que la confianza y la reclamación deberían depositarse en otros cronotopos de carácter también global.

Ante la falta de “puntos de acceso” donde adquirir la información y llevar las demandas, crece la sospecha y surgen formas de resistencia que tratan de impedir esta “granja mundial” de alimentos modificados genéticamente. Ecologistas, agricultores, algunos gobiernos, grupos políticos y asociaciones de consumidores son solo una muestra de estos “resistentes”. Hasta el momento, parece que han evitado la comercialización masiva de estos productos.

Los protagonistas

Antes de acometer el asunto, hay que realizar una obligada presentación de los protagonistas de esta “arena” política.

En primer lugar, nos topamos con las grandes empresas multinacionales del ramo de la alimentación. Empresas como Monsanto o Cargill.

Monsanto Company 3 es una multinacional estadounidense cotizada en bolsa productora de agroquímicos y biotecnología destinados a la agricultura. Monsanto fue pionero en la modificación genética de células vegetales, y uno de los cuatro grupos que anunciaron la introducción de genes en plantas en 1983, también fue uno de los primeros en realizar ensayos de campos de cultivo modificados genéticamente en 1987.

Cargill4 es una corporación multinacional privada, con base en Minnesota, en los Estados Unidos. Es la primera empresa de capitales privados en la lista de Forbes, con 130.500 empleados, negocios en 66 países, y una facturación en 2009 de 109.840 millones de dólares. Como dato de contrastación, esta cifra equivale al producto interior bruto de Hungría5.

En segundo lugar, se encuentran los gobiernos, tanto de los países productores como los de los consumidores, aunque a veces se confunden, como es el caso de los EE UU.

Los países productores a menudo brindan extensas zonas para dedicarlas a estas plantaciones, produciendo graves daños ecológicos como ocurre en Brasil.

Aunque los países consumidores disponen de legislaciones particulares —detalladas en el artículo de Jasanoff, se encuentran ahora constreñidos por tratados internacionales como el “Transatlantic Trade and Investment Partnership” (TTIP). En referencia a este apremio, se han escuchado declaraciones, como las de la comisaria de comercio de la UE Cecilia Malmström6, negando que este tratado vaya a anular las actuales exigencias europeas en asuntos tan sensibles como seguridad alimentaria o protección del medio ambiente. Al mismo tiempo, según han denunciado determinados líderes políticos7, las negociaciones y la documentación sobre las mismas están siendo vetadas a la inspección. Estas declaraciones de la comisaria, podrían encuadrarse en lo que Cruces et al. (2006) han llamado “confianza figurada” que no son más que estrategias retóricas que se apoyan en una calculada puesta en escena que programan departamentos de comunicación.

En tercer lugar, se encuentran los consumidores. Estos se han atrincherado en un estado de cierta desconfianza derivado de las informaciones contradictorias sobre los transgénicos y sucesos con tanta repercusión como el “mal de las vacas locas”, enfermedad degenerativa producida por consumo de carne afectada por proteínas modificadas (priones). Cruces et al. (2006) argumentan como esta relación de “confianza figurada” entre ciudadanos y gobiernos debería ser trascendida a través de la implementación de un código “repersonalizador” para restaurar la fractura entre las dos partes y salvar el simple maquillaje en las relaciones que solo deriva hacia la sospecha continua.

Los hechos

Según datos de 2010 extraídos del “Informe Global del Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas” (ISAAA8), se sembraron en todo el mundo alrededor de 148 millones de hectáreas con cultivos transgénicos o genéticamente modificados, un 10.5 % más de lo que se sembró durante el año 2009 (134 millones de hectáreas). Los países que más terreno aportaron en orden decreciente fueron EE UU, Brasil, Argentina, India, Canadá, China, Paraguay, Pakistán, Sudáfrica y Uruguay.

Las actividades de estas empresas en los estados productores, han ocasionado graves tensiones entre gobiernos, grandes terratenientes y pequeños campesinos. Muchos de estos últimos han tenido que vender sus tierras ante las presiones de los dos primeros, convirtiéndose en nómadas urbanos o colonos de nuevas tierras “vírgenes”. En ocasiones, estos territorios están habitados por indígenas, lo que genera nuevos conflictos. Estas complejidades han sido bien estudiadas desde el desarrollo de la teoría de la modernización (Lewellen, 2003/2009, 273-277).

Otro efecto pernicioso que dimana de las actividades de estas empresas en los países productores, son los daños ecológicos. Greenpeace ha denunciado que Cargill está arrasando la Amazonía para cultivar soja con la que se alimentan los pollos en Europa9.

Sin embargo, las “bondades” de la biotecnología también han sido vindicadas. Encontramos defensores como la misma Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). A priori, esta organización es baluarte de la certidumbre o “confianza sistémica” —fe aproblemática en el buen funcionamiento del sistema— (Cruces et al. 2006). La FAO reconoce10 que cuando se integra debidamente con otras tecnologías para la producción de alimentos, productos y servicios agrícolas, la biotecnología puede ser de gran ayuda para satisfacer las necesidades de una población en expansión y cada vez más urbanizada. Más aún, ayudaría a aliviar el hambre y la pobreza, contribuiría a la adaptación al cambio climático y mantendría la base de los recursos naturales. Dejando a un lado estos supuestos beneficios, reconoce que no han favorecido lo suficiente a los pequeños agricultores, productores y consumidores.

Esta aptitud de la FAO ha sido muy criticada. Más de 100 movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil de cuatro continentes denunciaron el intento de la agroindustria por reenfocar las políticas y recursos de la FAO hacia el apoyo a cultivos y animales genéticamente modificados11.

Debate médico

La pregunta explícita sobre si se debe o no confiar en los médicos resulta absurda (Cruces et al. 2006). Para el paciente común no hay elección:”Estás en sus manos”. Pero, ¿Qué ocurre cuando la medicina no se pone de acuerdo?

En el campo de la medicina ha surgido una gran controversia en torno a los posibles efectos sobre la salud de los alimentos modificados genéticamente. Parte de este debate dimana de los estudios sobre ratas de los doctores Pusztai y Seralini. En el estudio de Seralini12 se probaría los nefastos efectos a largo plazo sobre el organismo humano del maíz transgénico NK603 (diseñado para sobrevivir a la aplicación del herbicida Roundup de Monsanto). El estudio encontró daño severo al hígado y riñón y desórdenes hormonales en ratas alimentadas con el maíz GM y bajos niveles de Roundup, los cuales están por debajo de los permitidos en el agua potable de la Unión Europea. Se encontraron efectos tóxicos del maíz GM analizado por sí solo tanto como del Roundup analizado por sí solo y junto al maíz. Descubrimientos adicionales inesperados fueron las altas tasas de tumores de gran tamaño y mortalidad en la mayoría de grupos de tratamiento.

Una visión antagónica, la podemos encontrar en la opinión de otros profesionales de reconocido prestigio como el doctor Juan Ramón Lacadena del Departamento de Genética, Facultad de Biología Universidad Complutense de Madrid que ha denunciado13 que más que “manipulación genética” habría que hablar de “manipulación mediática”, y añade: “El debate sobre los alimentos transgénicos se ha producido como consecuencia de los intereses enfrentados de la industria biotecnológica y los agricultores avanzados, por un lado, y los grupos ecologistas y determinadas ONG y asociaciones de consumidores, por otro lado. El clima de desconfianza y rechazo hacia las plantas y los alimentos transgénicos, puede achacarse a la falta de transparencia informativa y a una serie de estrategias poco afortunadas por parte de los más interesados en la rápida comercialización de estos productos. Además, el debate social está contaminado por la escasa participación de los agentes sociales en su desarrollo, por el lenguaje equívoco utilizado por determinados grupos de presión en forma de metáforas inapropiadas (por ejemplo, «transgénico como sinónimo de alterado», «transgénico como sinónimo de dañino», «lo natural como sinónimo de inocuo, y lo artificial de nocivo») y por el exceso de contenido retórico y falta de rigor científico y técnico en los argumentos utilizados”. Igualmente manifiesta que el informe de un consejo científico británico ha invalidado el experimento del Dr. Pusztai, aduciendo deficiencias en su protocolo.

El doctor Lacadena, basándose en los datos del libro sobre transgénicos del profesor García-Olmedo (1998), ha argüido que la ciencia ha avanzado a ciegas en cuanto al riesgo, pero alerta a sus síntomas, que hay que distinguir entre el riesgo de la investigación básica y el riesgo de la aplicación del conocimiento adquirido y no existe el riesgo cero: “toda actividad humana conlleva un cierto riesgo que ha de ser evaluado en función de los beneficios que tal actividad reporta”.

Para finalizar, el doctor Lacadena, documenta que otro doctor, B. Dixon14, ha expresado que entre las paradojas que se están produciendo en el debate social de los alimentos transgénicos, podría mencionarse que los titulares alarmistas de los medios de comunicación social contrastan con el hecho de que la regulación de la ingeniería genética molecular es mayor y más transparente que la de cualquier otra tecnología del pasado.

Resistencias

El poder pertenece no sólo a los jefes, a los estados o a aquellos que controlan los discursos oficiales, sino que también es inherente a la población en general. Como señala James Scott (1985:36), “Igual que millones de pólipos de antozoos acaban creando un arrecife de coral, también miles y miles de actos individuales de insubordinación y evasión crean por su cuenta una barrera política o económica de arrecifes”.
La mezcla de oportunismo de mercado y ciudadanía también ha propiciado las condiciones para un mayor activismo político. La confluencia de las fuerzas de mercado y las tecnologías digitales ha producido grietas en los intersticios de sociedades muy controladas, creando condiciones que exacerban las demandas democráticas de la gente común (Ong, 2006).

Las principales resistencias a la expansión de los transgénicos pertenecen a grupos ecologistas, ONGs, partidos políticos, sindicatos y asociaciones de agricultores y consumidores.
Iniciativas ciudadanas como la campaña para frenar el TTPI—que se lleva negociando de espaldas a la ciudadanía desde 2013—,
se pueden encontrar concentradas en el sitio Web de la “Campaña para frenar el TTIP” (http://www.noalttip.org).

Internet se ha convertido en una importante arena de denuncias y protestas pero no es el único cronotopo donde esto ocurre. Diversos intelectuales objetivizan la protesta en forma de artículos en revistas o libros impresos. Pat Mooney, Premio Nobel Alternativo y uno de los más profundos conocedores del trabajo de la FAO comenta en la revista brasileña “Caros Amigos”15: «Quien controla la semilla controla todo el proceso alimentario. Hoy en día 10 empresas controlan 43% del mercado mundial de semillas, siendo 5 de ellas (Monsanto, Cargill, Dupont, Bunge y Bayer) responsables del 99% de las transgénicas. Solamente Monsanto, cuya facturación en el 2002 fue de 4,8 billones de dólares, produjo el 95% de las semillas modificadas del mundo»

¿Y los gobiernos?

Pese a las constantes presiones estadounidenses para que el TTIP permita relajar los estándares de la UE sobre OMG16, los negociadores europeos aseguran que no van a renunciar a unas normas europeas que garantizan la seguridad de los transgénicos. En su discurso omiten que la armonización normativa que persigue el TTIP no se cerraría con la firma de este, sino que abriría un proceso de permanente revisión de la legislación europea por parte de EE UU y del Órgano de Cooperación Regulatoria, creado expresamente para que las “partes interesadas”como los lobbies agroindustriales, pudiéndose revisar la legislación y recomendar cambios en el futuro. No en vano, ha sido precisamente este sector el que más reuniones ha mantenido sobre el TTIP con la Dirección General de Comercio Europea17.

Otro aspecto no mencionado por los negociadores, son los intersticios de las normas europeas que el TTIP pretende perpetuar, y que pequeños cambios en cómo se aplica la regulación serían suficientes para conseguir la deseada apertura del mercado a las importaciones estadounidenses.

Bastará con cambiar el criterio de tolerancia cero de OMG no autorizados en las importaciones, para que pudieran entrar grandes partidas de maíz y de soja estadounidense sin que la industria exportadora se preocupe por su posible contaminación por transgénicos no permitidos en la UE. De hecho, una herramienta que baraja el Tratado para facilitar el comercio es el “reconocimiento mutuo”, por el cual un producto aprobado en su país de origen sería automáticamente apto para la importación por el resto de países firmantes.

Conclusión

Los avances en biotecnología han precipitado una serie de procesos donde nuevos actores están emergiendo en el terreno político. Las grandes compañías privadas que copan el mercado de los transgénicos, se han convertido en empresas muy poderosas, a la misma altura que la industria del petróleo, la farmacéutica o la armamentística.

La ciudadanía se encuentra desorientada y camina hacia la desconfianza ante la falta de “puntos de acceso” donde reclamar información proveniente de los llamados “sistemas expertos” (Cruces et al. 2006) como gobiernos e instituciones transnacionales. Estas últimas, como la Unión Europea, no han logrado instaurar una “confianza sistémica” cuando hablamos de transgénicos. Esto se debe por un lado, a que han abusado de la estrategia de la retórica, creando un clima de “confianza figurada”. Por otro lado, se han guarecido tras el hermetismo más circunspecto.

Ante este horizonte, ciudadanos y organizaciones han resuelto tomar la senda de la protesta como forma de resistencia. Las nuevas tecnologías digitales han coadyuvado a explotar los intersticios del sistema para expandir el disgusto. Intelectuales, médicos y escritores también están mostrando su disenso a través de diversos medios.

Antagónicamente, hay instituciones como la FAO que han vindicado la utilización de la biotecnología, provocando la pérdida de confianza en esta institución por parte de movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. La relación de muchos colectivos con la FAO ha sido revisada, derivando en una “sospecha cooperativa” (Cruces et al. 2006), una expectativa vigilante ante los fallos previsibles en todo pacto contractual.

Los gobiernos dan señales de debilidad. Se ven impelidos por tratados transnacionales que los sobrepasan. El disenso implica la expulsión de los clubes VIP y el posterior aislamiento. Su poder de decisión se encuentra cada vez más mermado y muchos temen que la llegada de forma masiva de alimentos transgénicos a nuestros supermercados, sea solo cuestión de tiempo.

Bibliografía

García Olmedo, F. 1998: La tercera revolución verde. Plantas con luz propia. Editorial Debate S.A. Madrid.

Huntington, S. 1996: The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, Simon and Schuster, New York.

Jasanoff, S. 2005: “New Genetics and Society, vol. 24, nº 2.

Lewellen, T.C., 2003/2009: Antropología política, Bellaterra, Barcelona.

Velasco, H.M., F. Cruces, Á. Díaz de Rada, R. Fernández, C. Jiménez de Madariaga y R. Sánchez Molina. 2006: La Sonrisa de la Intuición. Confianza y riesgo en sistemas expertos, Ramón Areces, Madrid.

Moreno, M. 1999. Argumentos, metáforas y retórica en el debate sobre los alimentos transgénicos. Comunicación presentada en las Jornadas sobre Ciencia, Tecnología y Valores. Santa Cruz de Tenerife, 5-9 Abril 1999

Scott, J. 1985. Weapons of the weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, Yale University Press, New Haven.

1 Transgénico: Un organismo genéticamente modificado (abreviado OMG u OGM) es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética.

2 En Theory, Culture of Society, SAGE publications, Londres, Thousand Oaks, CA y Nueva Delhi, vol. 23 (2-3), pp. 499-531.

3 Sitio Web Monsanto. “Historia en el mundo”. Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.monsanto.com/global/ar/quienes-somos/pages/historia-global.aspx

4

 Sitio Web Cargill (en inglés). “Our history”. Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.cargill.com/company/history/index.jsp

5

 Sitio Web datosmacro.com. “PIB de Hungría”. Consultado el Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.datosmacro.com/pib/hungria

6 Radio televisión española. “La comisaria de Comercio: El tratado con EE.UU. no rebajará los niveles europeos de protección”. 6 de junio, 2015, http://www.rtve.es/noticias/20150306/comisaria-comercio-tratado-eeuu-no-rebajara-niveles-europeos-proteccion/1109602.shtml

7

 Eldiario.es. “Un eurodiputado español en la ‘sala secreta’ del TTIP”. 4 de abril, 2015, http://www.eldiario.es/economia/eurodiputado-espanol-TTIP-despojan-boligrafos_0_372713416.html

8

 Sitio Web Monsanto. “Cultivos Genéticamente Modificados en el Mundo”. Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.monsanto.com/global/ar/productos/pages/cultivos-gm.aspx

9

 Sitio Web Greenpeace. “Greenpeace desvela el papel de McDonald’s en la destrucción de la selva tropical amazónica”, Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.greenpeace.org/espana/es/news/2010/November/greenpeace-desvela-el-papel-de/

10

 Sitio Web de la FAO. “Biotecnología”, Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.fao.org/biotechnology/es/

11

 Sitio Web Greenpeace. “Transgénicos se apoderan de la FAO, dicen ONG”, Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.greenpeace.org/mexico/es/Noticias/2016/Febrero/Transgenicos-se-apoderan-de-la-FAO–dicen-ONG/

12

 Sitio oficial del doctor Seralini. “Republicación del estudio de Seralini: La ciencia habla por sí misma”, Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.gmoseralini.org/republicacion-del-estudio-de-seralini-la-ciencia-habla-por-si-misma/

13

 Diario El Médico Interactivo. “Debate médico transgénicos”, Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.elmedicointeractivo.com/ap1/emiold/informes/informe/transgen.htm

14 Dixon, B. 1999. “The paradoxes of genetically modified foods”. British Medical Journal, 318:547-548

15 Mooney, P. 2003. Declaraciones a la Revista Caros Amigos, noviembre de 2003.

16 Ecologistas en acción. “TTIP y transgénicos”. Consultado el 20 de marzo, 2016, http://www.ecologistasenaccion.es/article29799.html#nh2-6

17 Corporate Europe Observatory. “A lose-lose deal for food and farming”. Consultado el 20 de marzo, 2016, http://corporateeurope.org/international-trade/2014/07/ttip-lose-lose-deal-food-and-farming

Las aplicaciones de la Antropología económica al estudio del mundo contemporáneo

Introducción

En este mundo cambiante y globalizado se conforma una realidad económica poliédrica. Las migraciones, las autopistas de la información, el trabajo deslocalizado, la crisis económica, el consumismo exacerbado y el nacimiento de una cultura global son solo algunos aspectos de este maremágnum.

El capitalismo hegemónico busca nuevas formas para seguir siendo rentable lejos del viejo sistema manchesteriano. En la actualidad, no podemos hablar de un capitalismo, sino de capitalismos. Uno de estos nuevos capitalismos, quizás sea el “capitalismo 2.0” de Luis Reygadas (2011). Al margen de las meras operaciones de maquillaje, parece que están surgiendo modos más “sociales”, más “humanos” de relacionarse en el mundo de la empresa. Algunas empresas capitalistas están descubriendo a las personas. Tanto tiempo vindicando el individualismo y la competitividad y ahora le “ponen cara” a la gente. “Detrás de un cliente hay una persona y detrás de un empleado también”, sentencian. Este nuevo capitalismo más “humanizado”, descubre igualmente a la Antropología como valioso aliado para llevar a la práctica la nueva filosofía.

Genevieve Bell es una antropóloga que ha trabajado para la empresa Intel, su trabajo se ha centrado en articular cultura y desarrollo tecnológico. En una entrevista1 en el periódico “El País”, Bell nos dice: «En vez de preguntarnos qué problema tecnológico hay que resolver, preguntamos lo que la tecnología debería hacer para la gente», El éxito depende en buena medida del manejo de lo que Bell califica «sorpresas anodinas» Su observación, por ejemplo, de que los musulmanes de Malasia preguntan a sus móviles para encontrar la dirección de La Meca cuando llega la hora de rezar y están lejos de casa. «Es sencillo y provocador frente a las concepciones occidentales de la tecnología y de la modernidad».

Muchos antropólogos son reticentes a trabajar para la empresa capitalista, no concuerda con su ética. La Antropología no olvida fácilmente la historia de abusos de todo tipo que han dimanado de las ansias de beneficio económico de una élite nacida de las cenizas del absolutismo, de la colonización salvaje y de la explotación de millones de esclavos y trabajadores.

Ahora nos encontramos aquí, en este punto de la historia. El mundo está conformado por un sistema capitalista. Aquel capitalismo del pasado, ahora envuelve todo lo que nos rodea y nosotros irremediablemente estamos inmersos en él. Todas nuestras necesidades básicas —educación, comida, vivienda o ropa— solo pueden ser adquiridas a través del método de pago más universal, el dinero. Pareciera que no se puede escapar de esta jaula de hierro weberiana. Weber (1904/2001), ya apreció esta característica de la sociedad capitalista racionalizada y burocratizada. Sin embargo, a la sombra de esta hegemonía del capital, surgen economías alternativas que pretenden contestar el discurso oficial.

Según Reygadas2, muchas de estas economías se están desarrollando debido al entorno de crisis económica en el que nos movemos. El capitalismo tiene sus fallos.

Una economía alternativa

Según el grado de complejidad social, se ha pasado del más básico compartir, pasando por la reciprocidad y la distribución propia de jefaturas y estados hacia la economía de mercado.

Los antropólogos han desarrollado una serie de epistemologías para el estudio de la economía basado en un intenso bagaje de estudios transculturales e históricos de multitud de pueblos y de las formas de cómo estos han tratado esta categoría económica. Este bagaje, les ha permitido tener una sensibilidad especial para descubrir cómo en la actualidad están apareciendo formas diferentes de enfocar la economía. Nuevas formas de producir, intercambiar y consumir en antagonismo a la economía basada en el mercado.

En un entorno de crisis, la necesidad obliga a activar la imaginación. El Homo Sapiens desarrolla una cantidad infinita de soluciones apoyadas en base a esquemas culturales desarrollados en su periodo de socialización. En términos de Bourdieu (1972), sería la creatividad como habitus.

Hemos visto como en el artículo de Hugo Valenzuela “Pecunia Ex Machina, el emprendedor pakistaní en la ciudad de Barcelona” (2010), en España, los pakistaníes desarrollan relaciones económicas donde el peso del capital social es muy importante y donde gobierna una dinámica de reemplazo por la cual se distribuyen o alternan los roles de productores y dependientes económicos de la unidad doméstica. Los recién llegados se benefician de la ayuda de los veteranos, por ejemplo, a través de préstamos sin interés. Igualmente, Reygadas, en el video antes señalado, nos muestra la realidad de “los bancos de tiempo”. En estos, los participantes se intercambian tiempo de trabajo, servicios, evitando el uso del escaso dinero. Un esfuerzo altamente sugerente en este sentido, podemos descubrirlo en la Argentina post-corralito (Hintze, 2003). A mediados de los años 90 nacieron grandes redes de trueque con millones de ciudadanos interactuando fuera del sistema. Disponían de sus propias monedas, llamadas créditos, vales… Sin la utilización del dinero oficial, la desconexión era obligada. Aunque una vez superado lo peor de la crisis, las redes de trueque entraron en decadencia, han sido un ejemplo de que otro sistema es posible, una forma original y eficaz de organización económica popular. Para que algo pueda declararse dinero, solo tiene que ser reconocido por los actores del intercambio. Moreno Feliu (2011:303-329), en su libro El Bosque de las Gracias y sus Pasatiempos, nos cuenta la historia del Cauri, unas conchas de animales marinos que en la antigüedad fue utilizada como dinero. Procedentes de las islas Maldivas, eran utilizadas en sitios tan lejanos como el África occidental. Medio de pago y de cambio, un dinero en toda regla.

Estas propuestas tienen un denominador común, el beneficio no es el único motor de la actividad económica. El peso social es muy importante. El trabajo cooperativo, la solidaridad, la equidad o la sustentabilidad son factores a ponderar.

Por otro lado, estas economías suelen trabajar interactuando con el sistema más amplio capitalista. Buscan recovecos, intersticios. Donde el capitalismo no llega o no aporta soluciones, allí están ellas. En cierta manera, se aprovechan de la lentitud que tiene el sistema mayor para la adaptación. Es el caso de los vendedores callejeros que sacan paraguas rápidamente nada más se pone a llover en sitios estratégicos como a la salida de algún evento. Existe también un debate sobre si el sector informal es una alternativa o más bien es una puerta trasera del sistema capitalista. En cierta forma, esos “paraguas” han sido producidos por una empresa capitalista y sus distribuidores (los vendedores callejeros) no tienen ni sueldos ni seguridad social, trabajadores de costo cero.

Capitalismo 2.0

Reygadas en su artículo “¿Capitalismo 2.0? Etnografía de una empresa del mundo digital” (2011), argumenta como la empresa capitalista también busca nuevas formas de producir, donde el aspecto social, es un aspecto básico. Sin excluir la razón última de su existencia, el beneficio, la empresa capitalista parece estar descubriendo a las personas. Cuando hablamos de empleados, algunas compañías, en su giro social, flexibilizan el horario, fomentan el trabajo en equipo, rompen las barreras de comunicación entre directivos y trabajadores o comparten la información. Más aún, las opiniones de los empleados son recogidas en estudios de clima laboral o los hacen partícipes de los beneficios empresariales.

La Antropología aplicada ha descubierto un prometedor nicho en el estudio del mundo de la empresa. Los nuevos objetos de estudio son empresarios, trabajadores, proveedores o clientes.

Sergio López3 nos adentra en las nuevas aplicaciones de la Antropología en el mundo de la empresa. La Antropología tiene en la etnografía una poderosa herramienta para descubrir hábitos y necesidades de consumo, frustraciones de trabajadores o quejas de clientes. A priori, se podría pensar que la Antropología se pone de parte del capital para ayudarle en su propósito de optimizar beneficios. De alguna forma así es, pero este no es el único provecho. La mejora de las experiencias de trabajadores y clientes en sus relaciones con la empresa, con sus productos o con sus servicios, son también de gran interés. En otra discusión4, López arguye la utilidad de la Antropología en empresas con entornos multiculturales para lograr el lógico entendimiento.

En el terreno del clima laboral, son conocidos los estudios de la cooperativas de Mondragón realizados por Greenwood (1991), donde a través de la participación activa en mesas redondas de empleados y directivos (estudio IAP), se va descubriendo las razones de las discrepancias entre cooperativistas y la falta de motivación laboral de estos. Este tipo de estudios van dirigidos a crear herramientas para conseguir, de una forma más racional, ciertos conceptos que están hoy en día entre los objetivos de las grandes empresas, me refiero al clima laboral de forma general, fortalecimiento de la “cultura” de la empresa, reducción de accidentes y bajas laborales, mediación efectiva de conflictos, ideas para rediseñar la organización y sobre todo la satisfacción laboral del empleado.

Otro ámbito de la Antropología aplicada según Sergio López, es el mundo del marketing. La Antropología está siendo muy útil para el diseño de nuevos productos o la mejora de los ya presentes. Los estudios cuantitativos, desde una perspectiva positivista, a base de encuestas, han resultado insuficientes para describir las necesidades y las experiencias de los consumidores, una cosa es lo que dice y otra lo que se hace. La Etnografía se está convirtiendo en una poderosa herramienta en este sentido. Aunque el giro hacia el estudio del consumo en la empresa capitalista no es nuevo, antes de esto se centraba más en la producción, la Antropología está siendo capaz de descubrir los múltiples factores que pueden influir en el consumo. Diferentes sensibilidades, culturas o costumbres, están presentes en este mundo tan complejo que surge de la globalización. En este sentido, Las empresas deberían tener en cuenta este gran dinamismo social para poder anticiparse a sus competidores. Tener en cuenta el concepto cultura y utilizar científicos sociales, les ayudaría a sintonizar mejor con la sociedad.

Cruce de caminos

Podemos observar, cómo el mismo discurso social presente en las economías alternativas se filtra a la empresa capitalista. Esta curiosa convergencia podría ser muy interesante de explorar y analizar. Quizás, podríamos estar delante de un cambio de paradigma económico compuesto por un entorno de globalización y donde entrarían a formar parte factores como los etnonacionalismos, los migrantes, los flujos internacionales de capitales y las entidades financieras y políticas supranacionales. En este entorno se intenta imponer una cultura globalizada. La macdonalización del mundo.

La moderna empresa capitalista se empieza a familiarizar con métodos propios de las economías alternativas, produciendo hibridaciones. Esta nueva “humanización” del capital nace igualmente, como hemos visto con las economías sociales, en un entorno de crisis económica y cambio. Una estrategia para sobrevivir en mercados cada vez más saturados de actores económicos y donde el clima laboral, la cultura de la empresa, las certificaciones medioambientales, la seguridad laboral o las fundaciones de apoyo al desarrollo son ya parte de la “empresa capitalista 2.0”.

Las convergencias entre los dos tipos de economías son múltiples. Podemos apreciar, por ejemplo, como en estos años de crisis económica, muchas empresas han optado por el pago en especie como forma de paliar la falta de liquidez, la llamada “retribución flexible”. Pagos con los mismos productos que se fabrican o distribuyen, con vales de comida o con seguros médicos. Estos benefician a trabajadores y a empresas. Los trabajadores obtienen estos servicios a menor precio al mismo tiempo que obtienen exenciones fiscales. Por ejemplo, una petrolera puede muy bien pagar parte del salario en combustible o intercambiar combustible por suministros con sus proveedores.

El antropólogo, conocedor de otras soluciones en el terreno de la economía y a través de la Etnografía, puede ser útil a las empresas para ayudarlas a desarrollar nuevas formas de interacción con clientes, empleados y proveedores.

Soluciones imaginativas

La Antropología puede jugar un importante papel en los procesos de transformación económica al cual se enfrenta el mundo actual. Para ello, podríamos aprender de las economías alternativas. Veamos cómo:

Siguiendo a Reygadas en el video mencionado, éste nos describe los diferentes ámbitos donde las economías alternativas pueden aportar nuevas ideas:

  • Propiedad colectiva.

  • Democracia en la empresa, más horizontalidad.

  • Reciprocidad, economía solidaria, anteponer lo social a lo económico.

  • Copropiedad, autogestión, trabajo creativo

  • Economía sustentable.

  • Equidad, igualdad de oportunidades

  • Redistribución del empleo

  • Comercio justo

Como hemos visto, estas propuestas se están filtrando de una forma o de otra en la empresa capitalista. La Antropología puede ayudar a este proceso de diferentes formas:

  • Construir puentes entre empresas capitalistas y proyectos en el ámbito de la Antropología del desarrollo podría ser útil para ambas partes. Grandes empresas ya están presentes como la fundación Repsol o la obra social la Caixa son algunos ejemplos. La imagen de las empresas mejoran significativamente con estos proyectos y ayudan a los que más lo necesitan.

  • La introducción de las retribuciones en especie benefician a empresas y empleados.

  • Los estudios de marketing realizados por antropólogos han demostrado su efectividad en el desarrollo de nuevos productos, más humanizados.

  • Los estudios de clima laboral y su influencia en las relaciones laborales están siendo decisivos en muchas compañías para mejorar la productividad y la experiencia del trabajador.

  • Otro ámbito de gran potencial productivo y que suele ser un quebradero de cabeza para muchas empresas, es el de la fidelización de clientes.

  • Gestión de personas en entornos “multiculturales”.

Reflexión

Tanto las empresas capitalistas como las inmersas en las economías alternativas están interactuando en el mismo terreno de juego, el mundo globalizado. En un entorno de crisis, tanto unas como otras, están desarrollando soluciones de carácter social. Algunas veces, como hemos visto, las soluciones divergen, otras son tremendamente parecidas. La Antropología aplicada tiene un campo muy amplio donde trabajar. Quizás en este punto nos encontramos con una paradoja, ni los antropólogos, ni las empresas ni las instituciones, son conscientes de las posibilidades de la Antropología. Sin duda, es obligación de la disciplina llegar a más rincones de la sociedad para fortalecer su futuro. Otro hándicap importante es la negativa a trabajar con empresas capitalistas por parte de muchos antropólogos. Sin duda son decisiones personales que conllevan numerosos dilemas éticos, dilemas que solo cada persona puede resolver.

Bibliografía

Bourdieu, P. (1972), “Esquisse d’un théorie de la practique”. Paris. Droz.

Greenwood, D. J. y González Santos, J. (1991). Industrial Democracy as Process: Participatory Action Research in the Fagor Cooperative Group of Mondragón. Maastricht–Stockholm: Van Gorcum Arbetslivscentrum.

Hintze, S. 2003, Trueque y Economía Solidaria, Buenos Aires, Prometeo Libros.

Moreno Feliu, P. 2011, El Bosque de las Gracias y sus Pasatiempos, Madrid, Editorial Trotta.

Reygadas, L. 2011, Capitalism 2.0? Ethnography of a Digital Company, Maguaré, vol. 25, n._ 1 (enero-junio) · 2011 · issn 0120-3045 · páginas 165-202

Valenzuela, H. 2010, Pecunia Ex Machina, el emprendedor pakistaní en la ciudad de Barcelona, Revista CIDOB d’Afers Internacionals, núm. 92, p. 185-206

Weber, M. 1904/2001. La ética protestante y el «espíritu» del capitalismo, Alianza editorial, Madrid.

1 Sitio Web “El País”. “Las sorpresas de los antropólogos de Intel”. Consultado el 16 de abril, 2016, http://elpais.com/diario/2005/04/14/ciberpais/1113443483_850215.html

2 Sitio Web Canal UNED. “Economías alternativas”. Consultado el 16 de abril, 2016, https://canal.uned.es/mmobj/index/id/20699

3 Sitio Web Canal UNED. “Antropología de la Empresa”. Consultado el 16 de abril, 2016, https://canal.uned.es/mmobj/index/id/21542

4

 Sitio Web Canal UNED. “Antropología de la empresa y los negocios”. Consultado el 16 de abril, 2016, https://canal.uned.es/mmobj/index/id/22356

La globalización

Según Marx, la fuente básica de cualquier valor es la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario requerida para producir un objeto (1867/1967:75). Esta idea es parte de su concepto “valor del trabajo”. A partir del nacimiento de la estratificación social, como consecuencia de la creación de excedentes en el neolítico, surgiría también la explotación laboral. La sustracción de la energía laboral por parte de una clase dirigente, significó que unos trabajarían para otros y unos vivirían sin trabajar. Unos gozarían de los placeres terrenales, mientras otros padecerían el infierno en la tierra. “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”…y también el nuestro, una gran profecía, sin duda. Si tuviéramos que hacer un símil y ponderar esta apropiación energética, podría equivaler a lo que Marx llamó plusvalor (1867/1967:207), el mayor secreto guardado por el capitalista del siglo XIX (y el de ahora).

Apoyándome en el lúcido artículo del Antropólogo Isidoro Moreno, “Globalización, Mercado, Cultura e Identidad” (2002/2000-2003), voy a intentar disipar, por unos momentos, esta niebla que nos envuelve y no nos deja ver la realidad. Nuestra sociedad, cubierta de un “tótum revolútum” de “oropeles” y “cacharros”, de “sueños plastificados” e inusitada indiferencia, nos está alejando cada vez más de los valores que nos hacen más humanos, para convertirnos en devotos de los fetiches modernos: las mercancías y el dinero, éste último cada vez más escaso en su forma líquida.

Antecedentes históricos

Isidoro Moreno, en el citado artículo, clasifica la historia de la globalización en tres ofensivas que han tenido lugar en momentos diferentes.

Moreno nos habla de una ola religiosa en el siglo XV-XVII, otra política a partir del siglo XVIII con la imposición de los estados nación, más adelante el socialismo y por último la globalización del mercado desde hace unos 20 años.

Estas oleadas han estado relacionadas de una forma o de otra con la economía. ¿Acaso los religiosos de la compañía de Jesús no aprovecharon las rutas comerciales que abrieron los portugueses y españoles para llevar la palabra de Dios a todos los rincones? (incluidos arcabuces) o ¿acaso el modelo de estado-nación no sirvió para racionalizar la vida económica a través del centralismo, el cobro de impuestos o las grandes infraestructuras que facilitaban la vida a un estado cada vez más despótico y una burguesía cada vez más poderosa?

La nueva oleada capitalista, en su forma globalizada, llega con unas características acordes con los tiempos. Una racionalización desmesurada copa todos los dominios de la vida económica: el transporte de personas, mercancías y capitales, la avanzada tecnología industrial y de procesamiento de datos, la ciencia de los materiales y por supuesto, la eficiencia en la mano de obra a consta de salarios cada vez más bajos y jornadas cada vez más largas.

Globalización e interdependencia

Durkheim en su libro la división del trabajo social (Durkheim, 1893; Gibbs, 2003), nos habla, partiendo de su clasificación de sociedad mecánica y orgánica, que la sociedad moderna no se mantiene unida por las similitudes que comparten las personas que se dedican básicamente a lo mismo, sino que es la misma división del trabajo la que agrupa a las personas obligándolas a que dependan unas de otras. Pudiera parecer, que la división del trabajo es una necesidad económica que corroe el sentimiento de solidaridad”, pero Durkheim (1893/1964:17) sostuvo que “los servicios económicos que pueden producirse son insignificantes comparados con el efecto moral que generan y su verdadera función es crear un sentimiento de solidaridad entre dos personas o más”. Con esta visión positivista e inocente de la sociedad como una entidad cada vez más heterogénea y solidaria, Durkheim hacía referencia a la sociedad de su tiempo. Si intentamos aplicar esta idea a la sociedad actual, a nuestro mundo globalizado, parecería una broma de mal gusto. En la actualidad, la división del trabajo transciende fronteras. En un país crían ovejas, en otros hilan, en otros tejen y en otros empaquetan y le estampan la marca. En esta fábrica global, cada país, cada región o cada pueblo, tienen “su papelito”. F. Taylor en la última década del siglo XIX proponía dividir las tareas en crono-porciones de trabajo cada vez más pequeñas, de forma que no fuese necesario que ningún trabajador se comportase en las fábricas siguiendo el modelo de los artesanos en sus talleres, es decir, que estuviese pendiente de todo el proceso (Coriat, 1982). De esta forma, el taylorismo, abogaba por sustituir trabajadores especializados por otros más baratos sin especialización. Como dice Isidoro Moreno, “la era de la interdependencia”.

Esta concepción ingenua, de una especie de cooperación mundial que nace del espíritu del intercambio comercial, no es tal. Son las grandes corporaciones multinacionales las que han diseñado este modelo para su propio beneficio.

Construcción de ideologías

Toda esta estrategia de drenaje de fuerza laboral va acompañada de la construcción de ideologías que nos alejan de la lógica humanitaria. Valores como la solidaridad, la reciprocidad, la amistad desinteresada, la fidelidad, la sociabilidad o el respeto por la naturaleza, son conceptos que solo se ven en campañas navideñas. Quizás para hacernos cumplir con los valores arriba citados, como una necesidad humana que hemos estado realizando durante millones de años. Lamentablemente, también las ayudas al tercer mundo pueden estar cayendo en saco roto. El actual control de las ONGs y de la ayuda humanitaria, al servicio de las grandes corporaciones y del neoliberalismo y en detrimento de los estados, quizás estén manteniendo una situación que les conviene. Las poblaciones del tercer mundo no son las protagonistas de su propio desarrollo a la vez que se aplacan reinvindicaciones étnicas y las ubican dentro del terreno politicamente correcto (Moreno Feliu, 2011:441-444).

Para Marx la creación de ideologías era crucial para que el sistema se sustentase. En el capitalismo, las personas están dominadas por las relaciones capitalistas que parecen ser objetivas y naturales, y por tanto no se perciben como una forma de dominación. (Marx, 1857-58/1974:652).

En el mejor de los mundos posibles, las ideologías alienan a las masas de la realidad. Como una religión, en aras del libre mercado y de la libre competencia, los trabajadores deben apretarse el cinturón, trabajar más, hacerlo más eficientemente y conformarse con sueldos cada vez más bajos. En unos casos, son programas motivacionales o cursos de inteligencia emocional y en otros, cánticos patrióticos o unos minutos de baile en plena calle, como los que se pueden observar en algunas empresas japonesas. Todo es válido para que el “molino satánico” siga dando vueltas.

El trabajador como consumidor, queda también cegado por las luces de neón y la posesión de cientos de cacharros innecesarios. Éstos se compran compulsivamente, llegando desde el otro lado del mundo, desde el “tercero”. El fetichismo de las mercancías fomenta la explotación de millones de personas sin ningún derecho laboral a miles de kilómetros de distancia. Autores como Simmel avisaban sobre el peligro de lo él llamo la cultura objetiva. Para K. Peter Etzkorn en la dialéctica simmeliana, “el hombre está siempre en peligro de ser asesinado por esos objetos de su creación que han perdido su factor común humano orgánico” (1968:2).

Esta construcción de ideologías descafeínan la realidad con nombres rimbombantes y eufemismos: productividad, eficiencia, eficacia, cultura corporativa, lealtad…Se evitan términos como explotación, supresión de derechos, alienación laboral, dependencia económica, extorsión o miedo. La motivación mediante el “aprecio” del trabajador pretende reducir gastos laborales a coste cero, no hay nada más económico que “una palmadita en la espalda”.

Mientras el sistema no colapse, es difícil desvelar su verdadera naturaleza. La ideología liberal colma todos los intersticios: en la escuela, en los medios de comunicación… Lo único viable, la verdad más absoluta. Cada mañana, en cualquier café, personas anónimas repiten las consignas del sistema, escuchadas la noche anterior en cualquier debate televisivo.

El papel del estado-nación.

Como bien nos apunta Isidoro Moreno, un hecho contemporáneo a la globalización capitalista, es la fragmentación de las soberanias nacionales.

Los estados nación hace tiempo que empezaron a ser un estorbo para el gran proyecto mundial. Países donde el Corán es la fuente de las leyes, con fuertes dosis de moralidad no están por la labor. Tampoco lo están ciertas dictaduras de distinto signo político. Regímenes nacionalistas como el de Gadafi o Sadam Hussein iban a ser blanco de todo tipo de artimañas para su sustitución.

En las “democracias” liberales, los ataques van dirigidos a los pequeños partidos que no comulgan con el sistema. Partidos como los nacionalistas, los de “extrema izquierda” o los “extrema derecha” son alienados por leyes hechas a medida de los grandes partidos o simplemente ignorados por la prensa y el sistema.

La gran hermandad capitalista-financiera mundial, iba a crear ciertas entidades supranacionales que poco a poco dictarían las normas a seguir (FMI, Banco Mundial, OMC o Banco Central Europeo).

Los partidos políticos nacionales solo son parte de una gran farsa. Se enzarzan en peleas más propias de reuniones de vecinos, carentes de contenido ideológico propio. Una clase política corrupta a espaldas de los ciudadanos que solo reciben y ejecutan órdenes desde el exterior.

Los negocios más rentables, antes en manos de los estados, ahora se dejan en manos privadas con la excusa de aumentar su eficiencia (agua, energía, tráfico aéreo…). Esta privatización de servicios básicos igualan en naturaleza a las mercancías ficticias de Polanyi (1947,107-116): el trabajo, la tierra y el dinero.

El poder financiero internacional se ha dotado de una serie de instrumentos para la sumisión de ciudadanos, empresas y países al completo. La venta del dinero a interés, una de las mercancías ficticias de Polanyi, cíclicamente se expande en forma de créditos baratos a todos los sectores de la sociedad. Una vez que las deudas están bien asentadas, se generan crisis ficticias, brotando los impagos y ejecutando las garantías de los créditos. Bienes tangibles o derechos de explotación sobre empresas estatales o privadas de gran rentabilidad a cambio de una mercancía ficticia, el dinero. Millones de ciudadanos serán llamados a apretarse el cinturón, para pagar con sus “riñones”, el desbarajuste generado por la clase política. Esto se traduce en más drenaje de fuerza laboral y la venta, por parte de los estados, de las empresas y servicios más rentables y de concesiones de explotación de todo tipo de recursos.

Cultura global

Isidoro Moreno focaliza en su artículo, una de las herramientas más potentes utilizada por los “Think tank” de la globalización, la expansión de una uniformidad cultural representada en una única forma de percibir, categorizar e interpretar el mundo. Para su expansión disponen de toda una batería de medios de comunicación que llevan su doctrina a todos los rincones del planeta: televisión, prensa, radio, cine y más modernamente Internet. Una corriente de pensamiento única que no solo se dispersa a través de ”las grandes autopistas”, sino que también lo hace por “sendas de animales”, a través de los llamados medios alternativos. Los llamados medios alternativos, a veces, son utilizados para canalizar el enfado, el inconformismo. El ciudadano se agarra a un “Lo sabía” y es incapaz de generar una verdadera corriente alternativa.

Los grandes medios de difusión cultural están en manos de unas pocas corporaciones que solo atienden a un único guion, “The American way of life”. Al mismo tiempo que se produce el vaciamiento cultural de los pueblos. Un desarraigo y un desapego de la cultura nacional para un más fácil control.

¿Algún rayo de esperanza?

Isidoro Moreno basa la globalización en cuatro pilares básicos. Me referiré al primero de ellos, la creencia que la ciencia y la tecnología podrán proporcionar crecimiento económico indefinido. Como muy bien puntualiza Moreno, existen límites objetivos a la explotación de los recursos naturales, incluidos los energéticos. Según Marx, los capitalistas han financiado aventuras coloniales para aligerar la carga de explotación dentro de su propio país y trasladarla a sus colonias (1867/1967:10). Los capitalistas bajo presión competitiva son obligados a intentar la reducción de costes de forma continua a base de la succión energética de recursos y mano de obra. La sustitución de ésta última por máquinas y la racionalización del trabajo, desembocan en una reducción del consumo, que únicamente pueden compensarse con más recursos naturales a bajo costo. Como éstos tienen límites, el sistema tiende al colapso.

Isidoro Moreno nos propone pensar y actuar glocalmente, esto es, pensar globalmente y actuar localmente. Rechazar el globalismo y el localismo como ideologías.
Muchos han visto en el sector informal una salida o en lo que Polanyi llamó economía sustantiva, incrustada en lazos de parentesco. Estos fenómenos pueden tener un peso muy importante en la vida económica. Aún siendo así, el margen de movimientos de este tipo de economía dentro de un sistema global tan omniabarcante es discutible. Meillassoux (1972:94) dio a entender que el sector informal constituye una reserva de trabajo barato con la ventaja de que los gastos de reproducción de los trabajadores son pasados al sector informal. Aunque este tipo de economías podemos encuadrarlas en las estrategias de las unidades doméstica (Moreno Feliu, 2011: 307), no hay que olvidar que se encuentran sumergidas en una economía globalizada. Para que la economía informal sea un alternativa, es preciso que logre desamarrase del discurso dialéctivo que mantiene con la formal.

Un esfuerzo altamente sugerente en este sentido, podemos descubrirlo en la Argentina post-corrralito (Hintze, 2003). A mediados de los años 90 nacieron grandes redes de trueque con millones de ciudadanos interactuando fuera del sistema. Disponían de sus propias monedas, llamadas créditos, vales… Sin la utilización del dinero oficial, la desconexión era obligada. Aunque una vez superado lo peor de la crisis, las redes de trueque entraron en decadencia, han sido un ejemplo de que otro sistema es posible, una forma original y eficaz de organización económica popular. Para que algo pueda declararse dinero, solo tiene que ser reconocido por los actores del intercambio. Moreno Feliu (2011:303-329), en su libro “El Bosque de las Gracias y sus Pasatiempos”, nos cuenta la historia del Cauri, unas conchas de animales marinos que en la antigüedad fue utilizada como dinero. Procedentes de las islas Maldivas, eran utilizadas en sitios tan lejanos como el África occidental. Medio de pago y de cambio, un dinero en toda regla.

Recapitulación

A lo largo de la historia, la explotación de la fuerza laboral ha ido camuflándose de distintas formas. La utilización de ideologías que legitiman la desigualdad, ha sido un instrumento necesario útil para ello. Monarquías, imperios, dictaduras o democracias liberales han tejido toda una estructura donde las desigualdades se vuelven plausibles y necesarias.

En la actualidad, nuestros explotadores se han dotado de una invisibilidad antes desconocida. Pueden encontrarse a miles de kilómetros de distancia, en lujosos despachos de la City londinense o en Wall Street. Salvando las distancias y gracias a la tecnología, un mundo interconectado globalmente está a su disposición. Herramientas de control masivo en forma de cámaras, bases de datos, redes sociales, controles aeropuertuarios y un largo etcétera.

Aunque invisibles, sus efectos pueden apreciarse con toda nitidez en lugares lejanos, en el llamado “tercer mundo”. La deslocalización de empresas lleva al límite el concepto de plusvalor. Igualmente, sus tentáculos, al ser globales, también abrazan nuestro mundo, “el primero”. La antigua protección estatal está muy mermada. Las grandes corporaciones empresariales y financieras disponen de un poder omniabarcante en detrimento de los dirigentes nacionales. Se legitiman a través de organismos supranacionales como el FMI, el Banco Mundial, etc.

La lucha por la supervivencia, activa la imaginación de los oprimidos. El sector informal, en los límites del sistema, pretende ser una alternativa. Pero a cambio, se pierde la protección estatal, víctimas de sueldos más bajos y jornadas más largas.

En pleno debate sobre si el sector informal es una alternativa o más bien es la puerta trasera del sistema capitalista, nacen grandes sistemas alternativos como las redes de trueque en Argentina. Ejemplo paradigmático de que otro mundo es posible.

Bibliografía

Coriat, Benjamin

1982, El taller y el cronómetro, Mexico D.F., Siglo XXI Editores s.a. de c.v.

Durkheim, Emile

1893/1964, The Division of Labor in Society, New York, Free Press.

Etzkorn, K. Peter

1968, Georg Simmel: The Conflict in Modern Culture and Other Essays, New York, Teachers College Press.

Hintze, Susana

2003, Trueque y Economía Solidaria, Buenos Aires, Prometeo Libros

Marx, Karl

1857-1858/1974, The Grundrisse: Foundations of the Critique of Political Economy, New York, Random House.

1867/1967, El Capital. Crítica de la Economía Política, Nueva York, International Publishers.

Meillassoux

1972, From Reproduction to Production: A Marxit Approach to Economic Anthropology, Londres, Economy & Society.

Moreno, Isidoro.

2002, La Globalización y Andalucía. Entre el Mercado y la Identidad, Sevilla, Ed. Mergablum.

2000-2003, diferentes trabajos del autor.

Moreno Feliu, Paz

2011, Entre las Gracias y el Molino Satánico, Lecturas de Antropología Económica, Madrid, UNED

2011, El Bosque de las Gracias y sus Pasatiempos, Madrid, Editorial Trotta.

Polanyi, Karl

1947, La Gran Transformación, Buenos Aires, Editorial Claridad.