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Noruega, día 9 – Llegada a las Lofoten

Ferry Bodø-Moskenes
Ferry Bodø-Moskenes

Por la mañana temprano cogimos un autobús que nos llevó al aeropuerto. Teníamos previsto viajar a Bodø, ciudad a casi dos horas de avión de Bergen. La compañía Widerøe realiza muchos vuelos domésticos que de otra forma te llevaría mucho tiempo acometer. Bodø es una ciudad comercial en el norte del país. Turísticamente no tiene mucho interés pero desde allí salen ferries de la compañía Torghatten Nord hasta las islas Lofoten. Destino final de nuestro trayecto.

El ferry se demora nada más y nada menos que cuatro horas hasta el puerto de Moskenes en un trayecto por alta mar. Como teníamos previsto, nos esperaban con un coche alquilado de la plataforma Nabobil. Servicio de alquiler de coches noruego de particular a particular que funciona muy bien y el precio es la mitad que las compañías transnacionales como Avis, Sixt, etc. Esto viene muy bien porque alquilar un coche en Noruega en verano sale pos más de 100 euros diarios y En Nabobil los puedes encontrar por 50 o menos.

Pueblo de Å
Pueblo de Å

Después de charlar con el dueño del vehículo un rato, cosa normal porque deja su coche a unos extraños que viven a 10.000 de distancia y pueden tener costumbres atípicas para ellos. Necesitan un poco de tranquilidad y confianza y poder conciliar el sueño. No es difícil comunicarse en Noruega, país donde hasta los renos hablan inglés.
Nos dirigimos al alojamiento que estaba en el pueblo de Å, pueblo que se encuentra justo al final de la carretera de las Lofoten y donde teníamos reservado un rorbur. Casitas de pescadores a orillas del mar sobre pilotes. El sitio era espectacular. Las Lofoten son de los sitios más bonitos que he visto jamás. Las islas aparecen de oeste a este en hileras, muchas veces separadas solo por un centenar de metros. Espectaculares fiordos entre afiladas montañas vestidas de blanco y verde. El agua de un azul o verde casi tropical, de llamativa transparencia, aporta una paleta de colores al paisaje difícil de describir. Las casitas del rorbuer de color rojo intenso aportan un nuevo contraste a este mágico lugar. Esa noche pudimos apreciar como todavía los barcos llegan con el pescado que lo despiezan allí mismo. El aficionado a la pesca encontrará aquí su paraíso. Puedes contratar unas horas de pesca, allí mismo, con los  pescadores locales. La pesca del bacalao no tiene, para nosotros, ningún secreto J. Ya estuvimos en esta tarea en nuestra visita a Islandia. Cenamos una estupenda cena a base de Pescado en el mismo hotel. El precio era elevado pero de vez en cuando hay que darse un caprichito, estamos vacaciones, ¿no?